Una y Otra y otra ...y otra

Conocía ya de su corazón roto y de las muchas maneras que había despreciado a cuanto pretendiente se le acercaba entonces se puso a analizar, actor seguido, el aspecto estratégico dela empresa.
¿Dónde encontrarse con ella? ¿y por que medios? Siempre tendría el miedo del rechazo, su terco carácter y su soledad desesperante. –mejor dejarlo, seria perder demasiado tiempo-Pero luego volvía a empezar “si, pero es que tiene unos ojos que se le meten a uno en el alma como si fueran taladros. y ese cutis tan pálido . ¡Con lo que me gustan las mujeres pálidas!
Todo consiste en ingeniárselas pensó. Comenzó a encontrársela en sus ensayos, tratando de saber sus gustos y se convirtió poco a poco en parte de ella. La noche después del ensayo se sentó al costado de ella, la miro como ya otra vez, la había mirado, pero ahora de una forma tan intensa, que ella inclino la cabeza y se ruborizo, el intento hablar y ella se excuso y se levanto, la cogió de la muñeca y se volvió ha sentar. No puedo pensar en todo el día nada más que en usted –decía- Su recuerdo me atormenta. Perdóname, adiós, me voy. Me iré lejos, tan lejos que jamás volverás hablar oír hablar de mi… no puedo entender la fuerza que a pesar de todo, me ha arrastrado hoy a venir a verte, Y es que no hay manera de luchar contra el cielo, no puede uno resistirse a la sonrisa de los ángeles ¿Como no se va a sentir uno atraído por lo que es hermoso, encantador y adorable? Se miraron y el le robo un beso, que no fue robado pues ella también lo quería…

Ella lo quería, se estaba enamorando tontamente de el , aunque el no era de las personas que deseaban algo serio , el se había empeñado en conquistarla y lo hizo … Le dedicaba sus versos desgañitados: era un poeta loco y no lo sabia. Más bien hacia que no sabia, por pura comodidad, por desentenderse de los asuntos del mundo que no son él, estaba claro.
Eran tan dependientes el uno del otro , mas bien ella dependía mucho de el , al estar juntos se encendía ese fuego ,su mano libre aprovecha la escasez de su falda, su voz sonaba pesada, como si el calor le demorara unos segundos la salida. Está tan cerca que nadie, salvo ella, podría escucharlo.
Ella estaba empezando a ponerse exageradamente sentimental. Se había empeñado a intercambiar retratos, en que se regalaran uno a otros mechones de pelo. ¡Pero era tan hermosa! Y el estaba tan poco acostumbrado a aquella ingenuidad en sus anteriores amantes. Pero empezó a dejar de sentirse obligado a guardarlas formas y sus costumbres se fueron relajando insensiblemente. Ya no usaba para dirigirse ha ella esas frases dulces que tanto la conmovían ni le prodigaba aquellas vehementes caricias que la trastornaban. Y así poco a poco, la gran pasión e n que vivía sumida, fue rebajando en su propio cause. Y llego a un fondo fangoso.
Apoyo las piernas sobre las sillas. Un cigarrillo tras otros y ese ambiente tan cargado de humedad hasta la asfixia, ya sabia ella lo que se avecinaba, ya estaba otra vez lleno de humo, viejos olores por todos lados y el viejo perfume de la otra vez, el aliento con sabor a chicle de menta y la araña que se descolgaba del techo mientras hablaban, frente a frente sin un solo ademan de caricia ni de respeto.

Ella le ponía luces en la mirada y sin embargo no sabia como hacer para que se quedara, Vallamos a comer alguna parte – musito. El se acerco observando su pequeño vestido rojo , que llevaba puesto desde la mañana, le desnudaba el escote, subía un poco el vestido la duda tenaz y el tiempo que no ayuda pensaba que decir y no se le ocurría nada . Levanto una mano arriba le acaricio los cabellos desordenados y salió no quedo muy claro nada , pero ninguno reclamo.
Se quedo sola otra vez, ella parecía estar sumida en un ansia indefinible, como a la expectativa de banales acontecimientos que infaliblemente retornaban, aunque en el fondo le daba igual.
No quiso volver a recordarlo lo había enterrado en los mas profundo de su corazón y yacía allí solemnemente e inmutable, como la momia de un rey en un cripta.

No quiero volver a ver tus notas a mano en esas libretas roñosas, como la que usabas cada vez que salíamos a emborracharnos, y decías que ahí dentro estaba tu vida, en un manojo de poemas (tu los llamabas así, yo sólo lo repito) garabateados bajo las luces espásticas de las discotecas, impregnados con el olor a sudor de todos esos cuerpos desconocidos pero siempre tan cercanos, tan próximos.

4 comentarios:

Ya quisiera escribir como tu lo haces, muy impresionante!

 

Caer en la rutina es lo peor y tristemente lo más común en una relación, quizá por la sencilla razón que la gran mística que envuelve al cortejo desaparece con este.

Me gusta como escribís, además de lo generosa que sos en tu crítica :p

 

Y el alter-ego, de alguna manera es muy impersonal, quizá demasiado...

http://goetz198651.blogspot.com/2010/05/cans-hastorp-improvisador.html

o no tanto?

http://goetz198651.blogspot.com/2010/03/la-ley-de-candido.html

La incertidumbre de si un sentimiento o no es compartido, de verdad es terrible.